César Borgia
Casa nobiliaria romana convertida por la leyenda en prototipo de corrupción, nepotismo, ambición y falta de escrúpulos. En realidad, los Borgia actuaron buscando el poder y la riqueza como tantas otras familias del Renacimiento con las que rivalizaron; fue el hecho de ser extranjeros y de haber roto el monopolio de la aristocracia italiana sobre la corte papal lo que les granjeó muchos y poderosos enemigos.
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Originarios de Aragón, los Borja (la italianización de su apellido a Borgia es posterior) aparecen establecidos en el Reino de Valencia desde el siglo XIII. Su ascensión social, iniciada con el apoyo a Pedro IV el Ceremonioso en la Guerra de la Unión (1348), culminó con Alfonso Borja (1378-1458), obispo de Mallorca y de Valencia, que pasó a Italia con la corte de Alfonso V y llegó a ser papa en 1455 con el nombre de Calixto III.
Calixto III practicó un nepotismo descarado, del que se beneficiaron sobre todo sus dos sobrinos: Pedro Luis Borgia (1430-58), jefe del ejército pontificio; y Rodrigo Borgia (1431-1503), a quien hizo cardenal y que más tarde llegaría a ser papa con el nombre de Alejandro VI. Continuando la tradición de nepotismo de su casa, Alejandro VI utilizó su poder para situar a sus numerosos hijos ilegítimos (se conocen ocho), entre ellos Esteban, Pedro Luis, Juan, Lucrecia, Jerónima, Joffre y César.
Rodrigo de Borja y de Borja, futuro papa Alejandro VI, nace en Xàtiva el 1 de enero de 1431, en el seno de una familia de la pequeña nobleza local. La prematura muerte de su padre hace que toda su familia se trasladase a Valencia, al palacio de su tío Alfonso de Borja, obispo de la ciudad.
En 1449, siendo ya canónigo de la catedral de Valencia, es reclamado en Roma por su tío, ya cardenal, para asistirle en tareas administrativas y eclesiásticas, al que le acompañan su hermano, Pedro Luis y su primo, Luis Juan. Bajo su amparo inicia una carrera imparable: es nombrado canónigo y chantre de la colegiata de Xàtiva (1450) y estudia Derecho en la Universidad de Bolonia (1453).
El 8 de abril de 1455, Alfonso de Borja es elegido Papa con el nombre de Calixto III y la influencia de Rodrigo sigue la estela ascendente. A pesar de su juventud, en 1456 es nombrado cardenal en secreto y, un año más tarde, vicecanciller de la Iglesia, posición de gran influencia que retiene más de 35 años.
Tras la muerte de su tío, el 6 de agosto de 1458, el cardenal Borgia relaja sus costumbres privadas, dando muestra de su interés por el sexo femenino.
Hacia 1468 nace, de madre desconocida, su primogénito, Pedro Luis, al que seguirán dos hermanas, Jerónima e Isabel. Más tarde tiene cuatro hijos con la romana Vannozza Cattanei: César (1475), Juan (1476), Lucrecia (1480) y Jofré (1481). Y aún se conocen otros dos hijos, Juan y Rodrigo, que tuvo posteriormente. Como vicecanciller, Rodrigo manifiesta una suntuosidad desbordante, complementada por la posición social que van adquiriendo todos los componentes de la extensa familia. En 1472 viaja a la Península Ibérica como legado especial del Papa, portando la bula que confirma el matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón. Ciertos desencuentros posteriores con Fernando el Católico se zanjaron en 1485 con la compra del señorío de Gandía, elevado a ducado real, y con el matrimonio de su hijo, Pedro Luis, con María Enríquez, prima hermana del rey.
Su despierta inteligencia y su capacidad política lo convierten en uno de los cardenales más ricos e influyentes del momento y, a la muerte de Inocencio VIII, gracias a la división entre las facciones de la curia y de una hábil negociación, es elegido Papa el 11 de agosto de 1492, con el nombre de Alejandro VI.
En el ámbito privado, el nuevo pontífice tiene una nueva amante, Julia Farnesio, 45 años menor, una joven de reconocida belleza. Muy pronto tiene que enfrentarse a equilibrios políticos y territoriales en juego con los reyes de Francia y de Nápoles. Al igual que su tío, Calixto III, promociona a hijos y allegados, siempre con el tablero del poder terrenal en juego.
La tragedia llama a su puerta el mes de junio de 1497, tras encontrar muerto en las aguas del Tíber a su hijo Juan, duque de Gandía. El viernes, 18 de agosto de 1503, tras una convalecencia llena de todo tipo de detalles escabrosos, fallecía Alejandro VI Los rumores atribuyeron su muerte al veneno que ingirió en una cena, pero fue la malaría, en la pestilente Roma estival, la que acabó con su vida. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la capilla de Santa María de las Fiebres, contigua a la basílica vaticana, junto a su tío Calixto III. En 1601 los restos de ambos pontífices fueron trasladados a la iglesia de la Corona de Aragón en Roma, Santa María de Montserrat, donde todavía reposan.
Alejandro VI promovió la evangelización de las tierras americanas descubiertas en 1492, mostró tolerancia con los judíos, practicó el mecenazgo artístico, se rodeó de un círculo de humanistas, mostró especial devoción por la Virgen María, y dejó en herencia un estado pontificio fuerte y potente, pero en el lado opuesto, practicó el nepotismo y mantuvo un desorden moral criticado por personalidades de la época.
Lucrecia Borgia nace el 18 de abril de 1480 en Subiaco, una localidad a unos 70 kilómetros de Roma. Su padre, el entonces cardenal Rodrigo Borgia, que mantenía relaciones con Vannozza Cattanei, había tenido ya dos hijos, César y Juan. Su otro hermano, Jofré, nacería una año más tarde.
A temprana edad fue puesta al cuidado de Adriana Milà, prima del cardenal. Instalada en el palacio de los Orsini, junto a Julia Farnesio, nuera de Adriana, fue instruida como una buena dama del Renacimiento, practicando simultáneamente el castellano, el catalán y el italiano. El valenciano era, de hecho, la lengua coloquial de los Borgia. Dulzura, gracia, ingenio y alegría se manifestaban ya en Lucrecia como muestra genética de la familia. Pronto descubriría que sus destinos dependerían en cada momento de las estrategias políticas de su padre. Usada como moneda de cambio, ya a los doce años tenía un primer matrimonio concertado con Querubín de Centelles y Ayora, hijo de los condes de Oliva, que no llegó a cristalizar.
Los nuevos intereses del ya pontífice Alejandro VI acabaron por formalizar el matrimonio entre Lucrecia, que apenas tenía 13 años y el conde de Pesaro, Giovanni Sforza, sobrino del poderoso duque de Milán y veinte años mayor que ella. La ceremonia se celebra en el Vaticano el 12 de junio de 1493. Las relaciones de Alejandro VI y su yerno se enturbian hasta el punto de mediar una posible orden de asesinato por parte del pontífice. Giovanni Sforza huye de Roma y la maquinaria vaticana se pone en marcha para fundamentar la nulidad matrimonial en base a una supuesta homosexualidad del esposo.
El ultrajado marido contraataca y lanza la acusación de incesto, que pronto es acogida y difundida por los enemigos de los Borgia. Empiezan a salir panfletos contra Alejandro VI y contra Lucrecia, en los que se habla de orgías, de sexo desenfrenado, de asesinatos. “La mayor puta de Roma”, como llaman a Lucrecia, inicia la semilla de infamias que la perseguirán durante siglos.
Anulado el matrimonio el 20 de diciembre de 1497, el Papa negocia un nuevo contrato nupcial para su hija. Esta vez con Alfonso de Aragón, duque de Biseglia, boda que se celebra al año siguiente. Las relaciones de César con Alfonso tampoco son buenas y en julio de 1500, el marido de Lucrecia es víctima de un ataque en plena plaza de San Pedro del que logra sobrevivir, pero durante su convalecencia, César ordena su muerte. Este hecho afecta profundamente a Lucrecia, que se retira en estricto luto al castillo de Nepi, alejada de todo lujo y dedicada a un estilo de vida piadoso.
Alejandro VI no pierde la ocasión y negocia un nuevo enlace matrimonial, esta vez con Alfonso de Este, heredero del duque de Ferrara. El 6 de enero de 1502 Lucrecia se despide de sus padres y de su hijo Rodrigo, fruto del matrimonio con Alfonso de Aragón, a quienes jamás volvería a ver. El 2 de febrero entra en Ferrara y se encuentra con una ciudad que la acoge con gran lujo y espectáculo. Una población con una corte culta, con la que pronto conectó y que la aleja de las intrigas que han protagonizado su vida. Lucrecia forja aquí un nuevo destino, que la convertirá en una mujer religiosa y prudente, con una intensa vida cristiana, donde consumirá el último tramo de su vida viendo desaparecer a los suyos desde la distancia. Primero a su padre, en 1503, después a César, en 1507, a su hijo primogénito Rodrigo, en 1512, a su hermano Jofre, en 1517 y a su madre Vannozza, en 1518. Lucrecia tuvo seis hijos y murió con tan solo 39 años, el 24 de julio de 1519.
Su cuerpo permanece enterrado en el monasterio del Corpus Domini de Ferrara, con el hábito de terciaria franciscana con el que fue sepultada, junto a otros miembros de su familia.
César Borgia, viva imagen del príncipe renacentista, alabado por Maquiavelo y denostado por la historia, fue el ejemplo del político inteligente, querido por su pueblo y temido por sus enemigos, con los que fue implacable.
Primero de los hijos que el cardenal Rodrigo de Borja tuvo con Vannozza Cattanei, nacido en Roma en septiembre de 1475, al que seguirían Juan, Lucrecia y Jofré.
Con sólo seis años ya empezó a recibir cargos eclesiásticos, ámbito social al que había sido destinado por su padre. En 1491, con 16 años, fue nombrado obispo de Pamplona. La elección pontificia de su padre, en agosto de 1492, impulsa su carrera eclesiástica y recibe el arzobispado de Valencia y la abadía cisterciense de Valldigna. En 1493 se establece en Roma y comienza a mostrar parte de las habilidades que le harán famoso: su porte y su ingenio.
Carlos VIII de Francia, a su paso por Roma en 1493, camino de Nápoles, lo lleva consigo como legado papal y rehén. César protagoniza una sonada huida que acrecentará su prestigio. Haciendo creer que su viaje va para largo organiza una amplia comitiva cargada de equipajes. Los franceses no pensaron que el famoso cardenal abandonaría todo su ajuar y bajan la guardia. César escapa, dejando como botín fardos llenos de piedras.
La noche del 14 de junio de 1497 César se despedía de su hermano Juan y su cuerpo era hallado a los pocos días flotando en el Tíber. Conocidas las desavenencias entre ambos hermanos, las malas lenguas se hicieron eco de la acusación de fraticidio que flotó en el ambiente. Nunca hallaron al culpable.
En agostó de 1498 César consiguió que fuesen atendidas sus demandas y pasa al estado secular. Luis XII de Francia, tras pactar con el papa el divorcio de su esposa Juana de Valois, le concede el ducado de Valentinois y lo casa con la princesa Carlota de Albret (1499), con la que tendría una hija llamada Luisa. Aunque no tuvo amantes reconocidas, tendría con posterioridad dos hijos naturales, Girolamo y Camila.
Al servicio del monarca francés, César entra en Italia con sus tropas (1499) y durante su estancia en Roma mantiene tensas relaciones con Alfonso de Bisceglie, marido de su hermana Lucrecia, al que ordena asesinar (1500). Ese mismo año expande los territorios de los Borgia en todo el centro de Italia y su padre le concede el título de duque de Romaña (1501). En esta época convulsa, plena de intrigas, desbarata una conspiración contra su persona protagonizada por los Orsini, que acaba en la prisión y ejecución de los conjurados y la captura de la indómita Catalina Sforza, a la que recluye por un tiempo en el castillo de Sant’ Angelo (1502).
El 18 de agosto de 1503, Alejandro VI muere. César convalece en las estancias pontificias, víctima de la malaria. Algunos atribuyeron su estado de salud al veneno, que también habría ingerido su padre. El nuevo Papa, Pío III, le confirma sus cargos, pero fallece a los pocos meses y le sucede, como Julio II, el cardenal Juliano della Rovere, el más encarnecido enemigo de los Borgia.
Tras la muerte de Alejandro VI, César Borgia es perseguido por el papa Julio II, antiguo enemigo de la familia y huye a Nápoles buscando la protección de Fernando el Católico. Pero el rey español atiende las demandas de los enemigos de César, que es encarcelado y enviado a España. El mes de septiembre de 1504 llega a Valencia y pronto es trasladado al castillo de Chinchilla (Albacete), donde ya trata de escapar.
Para reforzar la seguridad de su encierro es recluido en la imponente torre del Homenaje del castillo de la Mota, en Medina del Campo (Valladolid). César entra en conversaciones secretas con el conde de Benavente y valiéndose del capellán que le visita en su prisión prepara una audaz y peligrosa evasión. El clérigo le facilita una larga cuerda que no llega a alcanzar el suelo. El único criado de César, un español admitido a su servicio, se presta a ser el primero en descender por la cuerda y al llegar a su extremo cae, rompiéndose las piernas. César desciende a continuación con las manos y brazos envueltos en trapos. Durante el descenso las envolturas se desgastan y las cuerdas seccionan sus carnes. Ante la alarma dada por los centinelas, el alcalde corta la cuerda que pende desde lo alto de la torre con la intención de precipitar su caída. Magullado y sobreviviendo al golpe, atraviesa el foso, donde le esperan tres ballesteros del conde de Benavente que lo llevan a Villalón. Un mes necesitó para restablecer sus fuerzas. Su evasión la había efectuado el 25 de octubre de 1506 y cuando, a fines de noviembre, pudo salir oculto, todavía llevaba los antebrazos y las manos envueltos en vendajes.
Tras un tortuoso periplo llega finalmente a Pamplona el 3 de diciembre, buscando la protección de su cuñado, el rey de Navarra.
La noche del 12 de marzo de 1507, en medio de una gran tormenta, César Borgia, capitán general de los ejércitos navarros, ordenó retirar los centinelas que vigilaban los accesos a Viana, circunstancia que aprovecho el conde de Lerín para auxiliar con víveres a sus partidarios, entre ellos su hijo, que defendían el castillo vianés. Al percibirse de la situación, César salió precipitadamente por la puerta de la Solana para perseguir a los ayudantes del conde. De forma inexplicable, César no se percató de que su guardia no lo estaba cubriendo y quedó a merced de soldados de la facción castellana, que le tendieron una emboscada en el paraje de la Barranca Salada. El terreno embarrado le entorpeció los movimientos y una lanzada fatídica provocó su muerte. Sus restos habían sido desposados de vestido y armaduras cuando fueron descubiertos por sus soldados.
Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santa María con grandes honores al ser cuñado de Juan de Albret, rey de Navarra, y sus restos tendrían un controvertido itinerario hasta quedar depositados en el exterior de la iglesia, donde actualmente se encuentran. Su cadáver permaneció en la iglesia de Santa María hasta mediados del siglo XVI, cuando el obispo de Calahorra (diocesis a la que pertenecía Viana) ordena sacar los restos fuera del templo, en venganza por el asesinato de un familiar pertrechado en su día por los Borgia.
La exhumación de sus restos, que permanecen durante más de tres siglos enterrados en la calle, se realiza en 1945 gracias a la labor de Santiago Becerra, y tras los estudios forenses se determina que son los restos de César Borgia. La inhumación de los restos se realizó en el atrio de la Iglesia de Santa María en 1953, bajo una plaza que reza «César Borgia, Generalísimo de los ejércitos de Navarra y Pontificios, muerto en campos de Viana el XI de marzo de MDVII»
Casas señoriales
La casa Cereceda, «El Palacio», en el número 20 de la calle Tidón, fue, según la tradición, el lugar de residencia de César Borgia durante su estancia en Viana.
Puertas de la ciudad
El trazado original de la ciudad medieval contaba con cuatro puertas de acceso a la población orientadas hacia los puntos cardinales: el de Santa María al norte, el de Estella al este, el de la Solana al sur (portal por el que salió César Borgia antes de ser abatido en la emboscada que acabó con su vida) y el de San Felices, por donde se iniciaron las obras, al oeste. En el siglo XVI fueron modificadas y decoradas con escudos de armas y santos. En el siglo XVII se abrieron dos nuevos portales en la muralla: el de San Miguel, cercano al de San Felices, y el de la Trinidad, al otro extremo del recinto amurallado, en la desembocadura de la calle Algarrada, para sustituir al de Estella, cegado tras la habilitación de la plaza del Coso.
La Barranca Salada
En las inmediaciones de Viana se encuentra el espacio donde encontró la muerte César Borgia. En la madrugada del 11 al 12 de marzo de 1507, Garcés de Ágreda, Pedro de Allo y Jimeno Garcés, tres soldados del conde de Lerín, que han conseguido huir del asediado castillo de Viana, son perseguidos por un caballero que se ha separado de sus tropas de forma imprudente. En la Barranca Salada le tienden una emboscada en la que Garcés de Ágreda le atraviesa con su lanza. El desconocido caballero es César Borgia. Los soldados beamonteses lo despojan de su rica armadura y lo dejan completamente desnudo, o casi, porque uno de los muchos cronistas que se ha ocupado del episodio escribe: «Otorgaron al pudor el cobijo de una teja rojiza en su rotura». Así lo encontraron poco después sus subordinados, quienes lo trasladaron a la iglesia de Santa María de Viana, donde se celebraron los funerales.
En las inmediaciones de Viana, en un lateral de la carretera de Logroño a Pamplona, se haya este espacio donde se reconoce que tuvo lugar el fatídico desenlace que acabó con la vida de César Borgia.
Iglesia de Santa María
Los restos de César Borgia reposan en el exterior de la Iglesia de Santa María a los piés de la entrada renancentista, uno de los mejores exponentes de toda le península ibérica. Delante de la portada, en el suelo, se encuentra la lápida de César Borgia, hijo del papa Alejandro VI y capitán de los ejércitos navarros, muerto en una emboscada cerca de Viana la noche del 11 de marzo de 1507.
Convento de San Francisco
En la plaza de la entrada a la iglesia de San Francisco (construida en el siglo XVII y habitado por los frailes que desde el siglo XV estaban instalados en la iglesia de San Juan del Ramo en la aldea desaparecida de Soto) está situado el busto de César Borgia realizado en 1965 por el escultor navarro Fructuoso Orduna, en cuyo pie aparecen el escudo de armas de César y la leyenda: «César Borgia, Capitán General de las Armas Navarras. MDVII».