HIPOGEO DE LONGAR

Prueba de la neolitización del territorio es el Hipogeo o cámara sepulcral megalítica de Longar. Situado en el llamado «Alto de los Bojes» a unos 834 m de altitud, está datado entre el 2850 y el 2500 a.C., entre el final del período Neolítico y los comienzos del Calcolítico.

Este monumento se caracteriza por ser una de las pocas tumbas prehistóricas que nos ha llegado intacta hasta nuestros días, debido al desprendimiento de la cubierta superior, que partiéndose en dos lo enterró.

Hipogeo de Longar

Pasó desapercibido hasta que en 1985, Luis Arazuri Izquierdo, un vecino de la localidad lo descubrió, comenzando la prospección arqueológica en 1991 a cargo de Javier Armendáriz y Susana y terminándose en septiembre de 1994. Posee unas dimensiones de 4,6 m de largo y una altura máxima en el interior de 1,5 m.

Se trata de una cámara subterránea, excavada en la roca madre arcillosa, de forma alargada con la cabecera en semicírculo, un muro de lajas y cubierta con dos grandes losas de arenisca. El acceso a la cámara, tras un corredor de piedras hincadas, se realizaba por una perforación de la losa de entrada situada al sur. Su depósito funerario, al desplomarse la cubierta en época prehistórica, ha llegado hasta nosotros intacto, proporcionando a los arqueólogos e historiadores un material importantísimo de estudio.

En su interior se hallaron los cadáveres de unos 80 individuos, la mayoría en posición flexionada y pertenecientes al mismo grupo tribal o cultural. También se encontraron utensilios de sílex, destacando la presencia de puntas de flecha que todavía permanecían alojadas en los esqueleto de algunos individuos, lo que ha llevado a los expertos a asegurar que entre las tribus asentadas junto al Valle del Ebro existía un ambiente hostil.

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